viernes, 2 de noviembre de 2007

Viaje a Japón II: Kamakura 1ª Parte

Pues siguiendo con nuestro viaje a Japón, que ya parecía que se me olvidaba, vamos a continuar con ello, que aquí es donde realmente empieza, aunque no voy a liarme a contar la historia, vida y detalles de todo (a pesar de que me gustaría) porque eso prefiero detallarlo al final en otros post para quien más le interese, y es que personalmente un viaje suele estar lleno más de sensaciones y vivencias que de datos infinitos. Así que sin más vueltas os dejo nuestras aventuras por tierras niponas.

Nuestro primer día como tal en Tokio la verdad fue al principio algo anodino, esto es porque sin saber como (bueno en mi caso el cambio de horario y la emoción) hicieron que a las tres de la mañana andáramos más que despiertos, así que a las seis de la mañana ahí estábamos en frente del recepcionista que a poco le da un pasmo al vernos allí tan despiertos. Como es de suponer no pudimos desayunar porque hasta las siete no estaría listo el desayuno y no nos quedó otra que esperar a hacerlo por el camino por lo que decidimos provechar y dar un paseo por Shiodome, y esta vez de día. Fue bastante agradable porque a penas había gente y se iba respirando tranquilidad, caminando cuesta abajo hasta llegar a un jardín pequeño pero muy lindo, sino recuerdo mal en la placa del nombre ponía “jardín a la italiana”.

No es que fuera espectacular pero fue una sorpresa agradable encontrar algo así entre tan altos edificios. Además comenzamos a comprobar lo amable que es la gente por allí, por ejemplo nada más llegar nos topamos con un hombre que caminaba con su perro, y como los perros no entienden de fronteras se nos acercó a hacernos gracias, fue agradable ver que el amo era tan majo como su mascota, puede parecer una tontería pero nos hizo sentirnos como en casa.

Después de nuestro paseo como se iba haciendo más tarde fuimos a desayunar al Starbucks que había de camino a la estación de Shimbasi porque de allí cogeríamos el tren para ir a pasar el día a Kamakura.

No voy a describiros cada momento más que nada porque sólo con Kamakura podría llenar un blog entero, pero nos vamos a contener y vamos a pasar directamente a nuestra visita y ya os pondré después el post de cómo sacar un billete de tren o metro en Tokio cuando no llevas el Japan Rail Pass.

Pues siguiendo con nuestra aventura, nos dirigimos a Kamakura un miércoles por la mañana, tras una hora para sacar el billete y otra de recorrido en el tren. Nos impresionó que un tren que iba haciendo tantas paradas y que iba bastante lleno fuera tan rápido y que apenas se notaran tirones de esos que te acabas comiendo los cristales como estábamos acostumbrados aquí, y es que allí es fundamental que cosas como el transporte público del que dependen tantas personas vayan a la perfección y se mejoren si se puede. Fue alrededor de una hora de trayecto que se nos hizo bastante corto gracias a lo entretenidos que íbamos viendo el paisaje.

Cuando llegamos a la estación Kita-Kamakura nos quedamos asombrados (me da que esta palabra la vamos a repetir hasta desgastarla) de la cantidad de verde que había con tanto árbol y bosque con ese brillo acompañado del olor a frescor que despedía mientras comenzaba a caer una lluvia suave (o eso parecía al principio). Al primer sitio que fuimos más que nada porque estaba al lado de la estación fue el Engaku-ji, aunque fuera por equivocación fue todo un acierto, Se puede decir que hablando a grandes rasgos en un complejo de 18 templos y una de las cosas que podemos encontrar es la campana más antigua del mundo. Además de los templos pudimos disfrutar del Kyudo ya que dentro de una de las casas que había cerca de la entrada había un par de personas practicando una de las disciplinas de los antigu

os samurais. Siempre ha sido una de esas artes marciales que me ha llamado la atención por todo lo que implica pero verlo al natural en un lugar con tanta historia, rodeado de templos y con el ruido de la lluvia, podría decir que era casi poético.

Como digo estaba lloviendo pero esa lluvia se fue convirtiendo en una tormenta con bastante más agua de la que esperábamos, nosotros seguíamos y seguíamos de un templo a otro y de casa en casa, disfrutando del camino, tratando que al hacer las fotos la cámara no se mojara hasta que llegó un punto que no podíamos tener más agua encima, Así que tuvimos que resguardarnos bajo los tejados del templo y quitarnos algo del agua que nos había caído.

Al final tras un par de horas y viendo que no escampaba compramos en la tienda un par de paraguas (parece que el oficial de Japón que lo llevaba todo el mundo por lo que vimos) y continuamos nuestro recorrido. Nuestra intención era ir hasta el Gran Buda de Kamakura, andando (no teníamos fe ni nada) que según la guía del Lonely Planet (ejem. No comment) eran tres kilómetros andando y a parte se podían visitar más cosas por el camino.

Y así nos fuimos animados hasta que vimos que para empezar el mapa de la guía no estaba muy correcto, pero no nos desanimamos y seguimos andando, y andando por un camino, y aunque vimos algunas cosas más, empezamos a ver que no iba a ser tan sencillo como había pensado y es que llegaba un punto que subían unas escaleras de piedra y a continuación un camino boscoso, y es que para algo que ponía la guía que era útil voy yo y ni me entero. Y no es que se diga que se puede caminar por ahí fácilmente sobre todo con todo el agua que había caído nos pareció peligroso ir por un bosque que no conocíamos y sin saber de seguro el camino a seguir así que siendo prudentes al final nos dimos media vuelta y volvimos camino atrás hasta la estación para coger el tren hasta la estación de Kamakura y de allí ir a ver al Gran Buda.

Cuando bajamos del tren estábamos tan hambrientos de llevar todo el día andando que paramos primero a comer antes de desfallecer en el camino. Al final fuimos a un restaurante que tenía un rico marisco y que estaba justo al lado de la estación en el segundo piso de un edificio rojizo. La verdad comimos de maravilla, barato para la calidad y cantidad de los platos. Aunque el mejor momento de la comida fue cuando nos fuimos que al coger el ascensor para bajar se fue a subir también un hombrecillo mayor y Jesús emocionado con darle al botón de abrir la puerta que se había fijado al subir en cual era (es que venía en kanjis) el tan contento va y le da, pero… pues como que dio al contrario y las puertas le dieron un buen meneo al hombre, así que tuvimos que practicar mucho gomen na sai. Luego nos fijamos que los kanjis, para nosotros desde el desconocimiento, el de abrir parecía un monigote todo tranquilo y que en cambio el de cerrar parecía que estaba saltando al cual le bautizamos como “el matapollos”.

Y bueno el resto del día os lo dejo para otro día puesto que el Gran Buda fue una visita excepcional y se merece su momento de gloria en este blog.


Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

1 comentario:

Jesús dijo...

Hola cielo,

la verdad es que aquel día estuvo bien. Fué toda una pasada pasear por Shiodome, me sentía como Leto Atrides en su primera visota como Duque a Kaitan. De verdad que viendo lugares como tal, uno piensa que Tokio es una ciudad futurista.

No has comentado que se acerco el tifón y que nos cazo toda la lluvia en el Engaku-ji. La verdad es que el lugar era extraordinario, fue una pena que la campana estuviera cerrada por la luvia. Todavía recuerdo que parecía una fregona sin escurrir.

Me gustaría añadir al comentario de la guía que indicaba un camino bosquoso de 2 kilómetros, que cuando nos metimos en el bosque encontramos una señal que indicaba que el Buda estaba a 6 kilómetros, amen de que ya llevábamos más de 1 caminado.

En cuanto la situación del ascensor, estoy seguro que aquel hombre me recuerda todavía en sus oraciones :P Todavía recuerdo como con toda calma y seguridad le metí el viaje a aquel anciano. ¡Que escena!

La historia del Buda será genial cuando la cuentes.